Charlamos con el arquitecto emocional del Quintanar.

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Después de cinco intentos fallidos en los playoffs, el CD Quintanar del Rey logró un ascenso histórico a Segunda Federación, un logro que trasciende los goles y las estadísticas. Detrás de este éxito está José Carlos Mullor Mataix, Director Deportivo del club y afiliado a UDDEA, que ha liderado un proyecto basado en planificación, visión y cultura de equipo. Este ascenso refleja la fuerza de un proyecto construido con método, resiliencia y un liderazgo que combina estrategia y humanidad. El Quintanar no solo sube de categoría, sino que consolida un modelo de fútbol donde cada decisión importa y cada paso cuenta hacia un futuro más competitivo.
Dedicado toda su vida profesional al fútbol desde distintas vertientes, José Carlos Mullor Mataix (Ontinyent, 1962), es Técnico Deportivo Superior por el CSD, entrenador UEFA Pro y Director Deportivo por la RFEF. Actualmente está al frente de la Dirección Deportiva del CD Quintanar del Rey (Cuenca), donde ha liderado un proyecto que acaba de firmar un ascenso histórico a Segunda RFEF. Su trayectoria refleja una convicción clara: el éxito no se explica solo por el talento en el campo, sino también por la capacidad de construir estructuras sólidas, aprender de los tropiezos y mantener intacta la ambición colectiva.
José Carlos, creo que debemos empezar por el reciente ascenso del CD Quintanar. Después de cinco playoffs sin éxito, ¿cuáles fueron las claves desde la Dirección Deportiva para lograr este hito?
Después de esos cinco intentos fallidos, el ascenso llegó como fruto de una estrategia meditada y de una evolución constante. Desde la Dirección Deportiva entendí que no bastaba con tener talento en el campo. Apostamos por reforzar el modelo de gestión, profesionalizar el análisis de rendimiento y la preparación física, y, sobre todo, por crear una cultura de equipo. Fichamos por perfil: jugadores comprometidos, con hambre de crecer y conscientes de la camiseta. El ascenso no fue casualidad, sino la consecuencia de una planificación rigurosa, de aprender de los errores y de no perder nunca la fe en lo que estábamos construyendo.
¿Qué cambios estructurales implementaste desde tu entrada como Director Deportivo?
La transición de un club como el CD Quintanar del Rey, que llevaba años rozando el ascenso, no se gestiona solo con ilusión, sino con método, convicción y visión. Desde el primer día entendí que no bastaba competir bien. Había que construir una cultura ganadora desde dentro. Reestructuramos la plantilla apostando por jugadores con muchas ganas y compromiso, más allá del talento individual, lo que supuso hasta quince salidas para abrir un nuevo ciclo.
Y por supuesto, el técnico.
Desde luego. La llegada de Pedro Bolaños al banquillo fue decisiva, aportando liderazgo y generando una competencia interna que hizo crecer al grupo. También definimos un modelo de juego reconocible, con presión alta, solidez defensiva y protagonismo con balón, que nos permitió encadenar hasta nueve partidos sin encajar gol.

En lo emocional cambiamos el discurso. Pasamos de “intentar ascender” a “vamos a ascender”, y esa mentalidad, junto al vínculo reforzado con la afición, nos dio el empuje final.
El salto de Tercera a Segunda RFEF implica un cambio significativo. ¿Cómo has planificado la adaptación del club a esta nueva categoría en términos presupuestarios y de plantilla?
El ascenso no solo supone un reto deportivo, sino también estructural. Desde que se confirmó, rediseñamos el proyecto con una visión ambiciosa pero sostenible. Ajustamos el presupuesto priorizando profesionalización del cuerpo técnico y mejora de infraestructuras, buscando patrocinadores que compartan nuestra filosofía e invertir con sentido, no gastar por gastar. Incorporamos jugadores con experiencia en la categoría que aportan calidad y madurez competitiva sin perder el equilibrio con la juventud. Pero más allá de números y fichajes, trabajamos la mentalidad. Cada jugador debe entender que este paso no es solo subir de categoría, sino elevar la exigencia en todo lo que hacemos. El camino será duro, pero con trabajo, humildad y visión podemos consolidarnos. Esto no es solo fútbol, es construir algo que perdure.
«Subir de categoría exige también subir la exigencia y el trabajo»
¿Existen diferencias entre la planificación deportiva en un club de Quintanar respecto a clubes de grandes núcleos urbanos?
Sin duda. Aunque compartamos categoría, la realidad de un club en una localidad pequeña es muy distinta a la de uno en una gran ciudad. Por ejemplo, el alojamiento de los jugadores. Muchos vienen de fuera, y eso nos obliga a destinar parte del presupuesto al alquiler de pisos.
En ciudades grandes hay más jugadores locales disponibles, lo que permite ahorrar en alojamiento y destinar recursos a instalaciones, tecnología o refuerzo del cuerpo técnico. La categoría puede ser la misma, pero las condiciones no lo son, y eso marca diferencias importantes en cómo se construye y evoluciona cada club.
¿Cuál es el presupuesto medio que maneja un Director Deportivo en Segunda RFEF?
Suelen oscilar entre 600.000 y 1.200.000 euros anuales, según estructura y aspiraciones del club. Algunos superan esas cifras gracias a respaldo institucional o privado. En nuestro caso, el presupuesto es más ajustado, lo que nos obliga a ser creativos y eficientes. No hay margen para grandes fichajes ni riesgos económicos, así que apostamos por jugadores con hambre, compromiso y potencial de crecimiento. Al final, esto también forma parte del reto y del valor añadido que aportamos desde la dirección deportiva.
¿Un buen Director Deportivo debe tener pasado como jugador?
Haber sido jugador aporta perspectiva, pero no es indispensable. Lo que marca la diferencia son las habilidades estratégicas, de gestión y de conocimiento profundo del entorno deportivo.
¿Es frecuente la figura del psicólogo deportivo u otros servicios de apoyo en 2ª y 3ª RFEF?
Aún no es común, principalmente por presupuesto, aunque su presencia está creciendo. Cada vez más cuerpos técnicos lo consideran imprescindible para mejorar el rendimiento, gestionar presión y apoyar en lesiones. Si no se puede contar con uno fijo, se recurre a colaboraciones o formación básica en habilidades psicológicas para el staff.
«Nuestras claves son la estrategia, la gestión y el conocimiento»
¿Cuáles son las claves para cumplir con los reglamentos económicos federativos y asegurar la viabilidad financiera?
Cumplir con la normativa de la RFEF exige planificación rigurosa y control absoluto. Elaboramos un presupuesto detallado que incluye salarios, seguros, desplazamientos y costes federativos acompañado de seguimiento mensual. También implantamos auditorías internas que, aunque no son obligatorias, nos ayudan a evitar desviaciones. La viabilidad se asegura diversificando ingresos con patrocinadores y convenios institucionales, optimizando la plantilla, compartiendo infraestructuras y usando herramientas digitales de gestión. En Segunda RFEF no basta la ilusión. Se necesita método, control y visión a medio plazo, y eso es lo que practicamos, evitando todo tipo de improvisaciones.
¿Cómo priorizas los perfiles a seguir?
Nuestro enfoque se basa en la observación directa y el conocimiento del entorno. Hacemos muchos kilómetros para ver a los jugadores en acción, captar su actitud y cómo se relacionan con el juego.
Complementamos con análisis de vídeos y consultas a entrenadores y personas cercanas a los futbolistas para entender su mentalidad y conducta fuera del campo. Cuando necesitamos cubrir una posición, contactamos con agentes explicando el perfil que buscamos, que no es solo talento, sino también encaje humano y competitivo. Todas las decisiones las tomamos conjuntamente con el cuerpo técnico, sin comités ni filtros externos. Creemos que debemos ser ágiles y coherentes con nuestra idea de fútbol.
¿Cómo se toman las decisiones finales sobre incorporaciones? ¿Y sobre los descartes?
Las incorporaciones surgen de un análisis que combina rendimiento, perfil técnico-táctico, proyección y adaptación al modelo de juego. Priorizamos el equilibrio entre experiencia, potencial y actitud. Buscamos jugadores que compartan nuestra filosofía y eleven al conjunto del grupo.
Sobre los descartes, esta temporada, el proceso ha sido especialmente complejo. Hemos tenido que tomar decisiones difíciles, dejando fuera a jugadores que ofrecieron un rendimiento sobresaliente. Sin embargo, el salto de categoría exige un perfil distinto, que es el de futbolistas con características específicas que se ajusten mejor a las nuevas exigencias. No se trata en absoluto de valorar menos lo que han aportado, sino de reconocer que el contexto competitivo ha cambiado y, con él, nuestras necesidades como club.
¿Cómo debe ser la relación ideal entre la Dirección Deportiva y la Directiva de un club de fútbol?
Debe funcionar como un engranaje sincronizado: cada parte con funciones distintas, pero trabajando hacia un mismo objetivo basado en la confianza y el respeto mutuo, con autonomía para la Dirección Deportiva en decisiones técnicas y estratégicas y alineadas con la visión de la Directiva. La comunicación también ha de ser constante y transparente. Ambos deben compartir una visión común, participar en la planificación estratégica, evitar improvisaciones y garantizar la estabilidad institucional. Un ejemplo exitoso es el anglosajón, donde el Director Deportivo ocupa una posición estable y respetada.
«La Federación debería regular ya la Dirección Deportiva en todos los equipos de categoría nacional y reconocer nuestra profesionalidad»
¿Crees que es necesario fortalecer institucionalmente la figura del Director Deportivo y dotarla de reconocimiento?

Sin duda. El Director Deportivo no es un mero gestor de fichajes, sino el arquitecto del proyecto deportivo. Define la filosofía de juego, coordina al cuerpo técnico, supervisa la cantera y garantiza coherencia entre decisiones y objetivos. En muchos clubes esta figura se ocupa sin formación específica, muchas veces por mera afinidad, lo que pone en riesgo nuestra profesionalidad y transparencia. Nuestra labor requiere conocimientos técnicos, gestión de recursos humanos, planificación estratégica y dominio del mercado. La RFEF debería regular ya esta posición en todos los equipos de categoría nacional.
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